En una piscina no muy lejana se cuenta una fantástica historia de
misterio y magia, ya casi olvidada por la gente del lugar, pero que
un día no hace mucho se volvió a recordar inesperadamente.
Comenzaba el mes de enero, recién pasados los reyes magos; cuando
un pequeño niño de tan solo 3 años llamado Víctor, fue llevado
por sus padres a clases de natación.
Era una tarde tranquila aun que de mucho frio, el muchacho muy
abrigado esperaba salir al parque para jugar un rato. Cuando sus
padres le recogen del colegio y le plantan en un lugar desconocido
con un bañador, un gorro y unas chanclas. Su primera impresión no
fue buena, ya que le separan de los brazos calentitos de sus
progenitores, le dejan a su suerte con unos desconocidos en una
piscina llena de agua y niños chillando.
- ¡Hola Víctor!. Le dice un chico alto y flaco.
- Soy tu monitor de piscina, ya veras lo bien que lo vas a pasar hoy.
En ese momento coloca un churro al rededor de la cintura del niño y
lo mete al agua de la mano. Víctor con los nervios del lugar y el
agua un tanto fría comienza a llorar desconsoladamente, ni su
monitor ni los allí presentes consiguen calmar el llanto del
pequeño, el cual deseando terminar la clase huye a los brazos de su
madre en cuanto la ve aparecer por el cristal.
- El próximo día sera mejor, es hasta que se acostumbre. Le dice
el monitor a la mama de Víctor.
- Otro día, piensa Víctor, - ¡y una porra, yo no vuelvo!.
Pero sus padres aunque muy apenados, todos los días regresan con
Víctor y su llanto a las clases de natación. Después de varias
semanas, una tarde al entrar al vestuario, Víctor se encuentra con
un pequeño hombre moreno y del Peru llamado Marcelo, el cual al
escuchar su llanto entra y le pregunta – ¿Que te pasa pequeño? El
niño le explica que no le gustan las clases de natación y que tiene
miedo al agua. El hombre entonces le da un regalo – Toma estas
gafas de bucear y antes de meterte en el agua ponte las. Y desaparece
tras la puerta del baño.
Víctor un poco mas contento con su regalo y mas animado al desear
probarlo lo antes posible acude a la piscina, se coloca sus gafas y
se mete en el agua, ante el asombro del monitor y toda la gente allí
presente.
En niño al principio no nota nada nuevo pero cuando el profe se
despista, se va al fondo y bucea hasta el suelo, cuando se va
acercando observa unas montañas con casitas y pequeñas personas,
que hacen su vida normal sin sorprenderse.
Cuando está un poco mas cerca un niño le para y le pregunta – ¿Tu
quien eres? ¿Que haces aquí?
¿Como has llegado hasta nuestra ciudad?. Víctor sorprendido le dice
su nombre y como ha llegado. - ¿Y tu como te llamas? ¿Donde estoy?
El nuevo amigo de Víctor le cuenta que esta en Fitoplagton y que el
es un Fitilino submarino. Después le enseña la ciudad y hablan
durante mucho rato. Ya eran amigos y solo habían pasado unos minutos
aunque parecieran horas para ellos.
Víctor vuelve a salir del agua y comenta con sus compañeros lo
sucedido, estos se ríen de él, bromean sobre su locura y cuentan a
todo el mundo como Víctor a tragado demasiada agua con cloro y le
afectó a la cabeza.
Cada tarde de natación Víctor acude contento, con mucho entusiasmo
y alegría por volver a ver a su nuevo amigo y seguir conociendo la
ciudad. Pero una tarde antes de poder bajar a reunirse con el otro
pequeño, uno de sus compañeros que días antes se había reído de
él, pierde el churro que le mantiene a flote, mientras que el
socorrista y monitor charlan despistados al otro lado de la piscina.
Vítor se pone sus gafas y baja a por su compañero, pero al intentar
tirar de él se da cuenta de que pesa mucho y no puede.
Nadando a toda prisa se dirige a hacia Fitoplagton pero de camino su
amigo submarino ya le había visto y acudía a su encuentro.
- ¿Que te pasa Víctor?
- Que mi compañero se esta ahogando y necesito ayuda, ¡rápido!.
Todos los fitilinos que estaban cerca acuden al auxilio del niño,
entre todos, con todas esas manos y la fuerza unida de casi toda la
ciudad sacan al niño fuera del agua, hasta el borde de la piscina.
Cuando pasan varias semanas y todo ha quedado en un buen susto, el
compañero de Víctor vuelve a la piscina. Le pide perdón por reírse
de él y le dice que por favor le enseñe esa ciudad y a esa gente
maravillosa. Víctor se pone sus gafas y con el pecho bien inflado
como un pavo real baja de la mano a su compañero para conocer todo
ese pequeño mundo submarino que el había descubierto. Pasan unos
minutos de la clase pero en el fondo de la piscina los tres amigos
estuvieron jugando largas horas, disfrutando de los tesoros
escondidos, de los animales ocultos entre las plantas, de las cuevas
y sus misterios. Pero sobre todo de la gran amistad que había
surgido entre ellos debido a la ayuda y a la cooperación ante una
situación de peligro.

Se había ganado su nombre en fitiliano: Victorino.
* Valores: ayuda y amistad.
* Para niños de 4-7 años.
* Inventado.
* Inventado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario